La validez de una prueba auténtica, es decir, su
coherencia con las programaciones curriculares y el proceso instruccional, así
como la seguridad de que mide la naturaleza real de lo que pretende medir,
viene dada por la observancia de cuatro criterios de validez (Segers, Dierick y
Dochy, 2001; Gielen, Dochy y Dierick, 2003):
a) Validez curricular: si lo que se evalúa se corresponde
con lo que está previsto en el currículo nacional y en las adaptaciones del
propio centro.
b) Validez
instruccional: si
las actividades de evaluación valoran las competencias que realmente fueron
enseñadas durante las clases.
c) Validez
consecuencial: si
las actividades de evaluación tienen efectos sobre el modo en que estudian y
aprenden los alumnos.
d) Validez ecológica: si la evaluación recoge estrategias, habilidades y
competencias útiles para resolver problemas funcionales, de carácter
extra-escolar, relevantes para los alumnos al formar parte de su vida
cotidiana.
las competencias de los alumnos y su evaluación, Monereo (2009)
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