Los profesores, en
la mayoría de los casos, tienden a evaluar de forma parecida a como enseñan. Lo
cual parece lógico, incluso deseable. Desde una perspectiva epistemológica se
trata de un ejercicio de coherencia. Evaluar supone poner obstáculos para seleccionar a los
mejores. Se trata de una visión selectiva de la enseñanza en la que los centros
educativos actuarían como “canalizadores” de los alumnos, distribuyendo a
aquellos que deben incorporarse a la formación profesional, a estudios
superiores o al mercado laboral. Contradice claramente la función educadora que
debe tener la enseñanza y la evaluación, lograr que precisamente aquellos que
“no aprenden solos”, lo hagan y desarrollen al máximo sus potencialidades.
las competencias de los alumnos y su evaluación, Monereo (2009)
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